viernes, 29 de junio de 2018

Papá ¿por qué somos del Pro?


Que me perdonen los atléticos de la sala por tomar prestado tal slogan, pero desde siempre he pensado que se ajusta como un guante a lo que significa ser seguidor de Pro Evolution Soccer.

Si no decidme cuantos de vosotros habéis debatido con el típico amigo fan “del otro juego” -ya no digo en las últimas épocas donde las entregas  han estado un poco de capa caída (salvando la 2013 y del 2015 hasta ahora) sino incluso en aquellas donde PES brillaba por encima de cualquier otro videojuego de fútbol- que cómo podíamos divertirnos jugando con equipos y jugadores falsos, sin ligas licenciadas, ausencia de un control de 360º y un largo etcétera.

El fan del Pro ha sabido desde el principio que quizá su saga  no era la más guapa o pintona del barrio, que al contrario de la de la otra acera el envoltorio tiene regusto a pasado de moda o poco cuidado, pero que en cuanto el balón echa a rodar no existe comparación posible. Es algo que sientes en cuanto te cruzas con otro jugador de PES, como si ambos supierais de un secreto guardado de forma recelosa por unos pocos, que por suerte cada vez ha ido conociendo más y más gente.

En cierto modo me gusta pensar que los que seguimos la franquicia de Konami somos esos jugones de siempre (de hecho es difícil encontrar seguidores jóvenes), amantes del buen fútbol, encantados por haber hecho descubrir a familiares y amigos las muchas bondades de los “ISS Pro” y que aún gustan de juntarse en torno a “un buen asado y bebestibles” como dice el mítico Polter2K para disfrutar con las amistades de una sesión de Pro.
Sí señor, tengo muy claro por qué soy de Pro Evolution Soccer ¿y vosotros?
 

 

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